
Al final la rutina no era tan mala
Descripción
Aunque el estado de alarma en España, se decretó en sábado 14 de Marzo, en mi caso llevo aislada desde el jueves 12. Está acabando ya mi décimo tercer día, y hace dos el presidente del gobierno informó de que se prologaría dos semanas más. Los dos primeros días de la cuarenta fueron desconcertantes, no sabía muy bien que pasaría cuando decidí quedarme en casa, por la aparición de los primeros casos en Granada. Que ocurriría con las clases, con la vida social, conmigo misma. Ese día decidí volver a mi pueblo, porque si activaban el estado de alarma tendría que quedarme sola en una ciudad donde no tengo familiares, en el caso de que algo me pasara. Mi intención al principio fue quedarme en Granada a pesar de eso, pero algo me movía más. Soy voluntaria de Protección Civil en mi pueblo, sabía que se venían momentos difíciles para mi agrupación y que toda mano seria poca. Por eso acabé viniendo, con la intención de ayudar, pero no sin antes hacer mis 15 días de cuarentena, por si en algún momento presentara síntomas. Estoy aislada con mi hermana, no tengo contacto con nadie más, para evitar contagios. Cuando se cumplan los 15 días, es decir, pasado mañana, comenzare a realizar mis funciones como voluntaria (llevar comida y medicamentos a las casas de personas que se encuentren en grupos de riesgo, llevar comida del banco de alimentos a las familias que lo necesiten y acudir a las llamadas de emergencia que se produzcan).
Ahora que voy a salir de casa, que voy a cumplir lo que llevaba días deseando, da miedo, no es miedo de poder contagiarme, ese riesgo lo asumo; es miedo a que mis compañeros y yo en algún momento tengamos que dejar de ayudar a las personas que lo necesiten, por falta de medios. Pero se trata de ser inspirador y pensar en positivo, ¿no?, pues voy a mostraros como mi mente ha ido superando esta situación y como ahora lo veo todo de otra forma.
Como he comenzado diciendo, empecé con miedo, aun no se sabían bien que medidas se tomarían, que precauciones debíamos tener, ni cuantos días duraría, en contraposición con el sentimiento de alegría de no ir a clase por unos días( que eso tampoco estaba nada mal). El primer día ya me había visto una serie entera, y no se estaba mal sin hacer nada. El segundo no paraba de ver, en redes sociales, vídeos de personas que trabajan en casa dando sus recomendaciones de como hacerlo más llevadero. ¿Que caso le iba a hacer? si no hacer nada dos semanas era lo mejor del mundo. A partir del tercero todo cambió, ya no aguantaba más en casa, no aguantaba más estar todo el día en pijama, con el teléfono. Necesitaba SALIR, a la puerta de casa aunque fuese, a que me diera el aire, lo necesitaba, pero no se podía. Busqué maneras de calmar la ansiedad, maneras de que el tiempo pasara y comencé a escuchar las recomendaciones de esas personas que trabajaban en casa. RUTINA. Parece mentira que de lo que siempre estemos huyendo ahora sea la solución a no caer en una depresión por estar encerrados.
Comencé a despertarme más o menos todos los días a la misma hora, para hacer deporte, ducharme y desayunar. Cambié el pijama por ropa de calle. Y lo más tonto que nunca pensé que podría ayudar a la mente de tal forma, VERTE BIEN. Debemos vernos bien de todas las maneras, pero yo estaba acostumbrada a maquillarme todos los días, y cuando la cuarentena llegó, dejé de hacerlo, el hecho de volver a echarme, aunque fuese, máscara de pestañas, verme diferente, supuso muchísimo.
Tras todo esta rutina, clase virtual de la UGR. Si ese día no había, dedicaba el tiempo a realizar una práctica. Y sin quererlo ya era la hora de comer. Por la tarde un capítulo de una serie, alguna tarea de casa, o videollamada con los amigos. Y… ¡son las 8! es la hora de aplaudir, de tener relación social con nuestros vecinos, en mi caso mis vecinos son mi familia (eso ayuda un poco). Que si jugamos al bingo por las ventanas, que si hacemos una fiesta improvisada o nos echamos una copica juntos.
Otra cosa que me ayudó mucho fue dejar de pensar cuantos días quedaban, empezar a disfrutar del tiempo conmigo misma, del arte, la música, lo audiovisual… Las tecnologías, usadas en momentos tan duros para hacer memes, ¡Eso si que me parecía increible! Como las personas son capaces de sacar lo mejor de ellas cuando todo va mal, como el humor es tan importante…
Y lo que más me ayudó, dejar de consumir durante todo el día programas cuyo único tema era el COVID-19, una vez al día, no más, sino mi mente iba en bucle. Todo el día hablando de lo mismo, consumiendo noticias de las personas que se saltan la cuarentena, de que hay que hacer, que no, hasta cuando se espera que dure esto. NO. Me negué rotundamente a que mis días se basaran en eso. Lo que decía una vez al día es suficiente para mantenerte informado de lo que pasa fuera.
El mundo se ha parado y nos hemos visto obligados a parar con él. Quizás lo necesitábamos, realmente estoy segura de ello. Hemos valorado detalles que sentíamos tan simples, como salir a la calle, que te de el sol en la cara, las comidas familiares, los amigos, los abrazos, EL TIEMPO.
Ahora que he parado, es increíble la de tiempo que he perdido enfadada, la de tiempo que he perdido discutiendo o estando mal por algo, y el poco valor que le damos a las cosas.
Ahora solo quiero que la gente se quede en casa, que los enfermos se curen, que no perdamos los valores que estamos aprendiendo, que cuando todo acabe, nos abracemos, nos besemos, que nos tomemos unas cañas ni nos apetece, que dejemos de luchar por luchar, y sobretodo, que agradezcamos a todo el mundo su labor.
Estos días han sido días de agradecer a los invisibles, a personal de supermercados, a sanitarios, a transportistas, farmacéuticos, voluntarios de protección civil, guardias civiles, policías, cuidadores, voluntarios… Y ESPERO enormemente que cuando volvamos a la normalidad aprendamos a tratarlos mejor, a tener paciencia, ellos van todo lo rápido que pueden, que luchemos junto a ellos por mejores derechos, que luchemos por más inversión en sanidad público, mejores contratos laborales para todos los gremios.
Querer y respetar.
Al final ir a clase todos los días no estaba tan mal ¿no? #UGRenCasa