Cumpleaños bajo cuarentena
Descripción
Mi cumpleaños es el 3 de abril. Ya ha pasado un tiempo desde ese día, pero me apetece compartir mi experiencia, la de cumplir años encerrada en casa.
Desde que tengo memoria, para mí el día de mi cumpleaños es un día especial. No me gusta llamar la atención y que todo el mundo me felicite, ni tampoco me gusta que me hagan regalos. Lo que verdaderamente hace especial este día para mí es el poder reunirme con mis amigas y el resto de personas a las que quiero. Me gusta despertarme por la mañana y que mi madre no me deje pasar a la cocina porque “estoy haciendo la comida y esto es muy chico para estar las dos juntas”, cuando en realidad lo que pasa es que no quiere que vea la tarta que me hace cada año. Me encanta la sonrisa y el abrazo con el que mi padre me felicita cuando vuelve del trabajo y los bombones de chocolate que me trae como regalo. Adoro que mi abuela me llame con su móvil para decirme felicidades cuando apenas sabe usarlo, o que mis amigas me manden audios cantando y gritando como si hubiesen ganado la lotería, solo para decirme entre carcajadas que me estoy haciendo vieja. Nunca he celebrado mi cumpleaños con una gran fiesta, pero tengo que reconocer que este año quería hacer algo diferente. Y tanto que ha sido diferente.
Los días antes al 3 de abril me sentía un poco triste porque no iba a poder ver ni abrazar a esas personas que hacen mi vida más alegre. Sin embargo, tengo que admitir que, lo que pensaba que iba a ser un cumpleaños bastante aburrido, se ha convertido en uno de los mejores cumpleaños que he tenido. Me pasé toda la mañana viendo a mi madre cocinar una tarta para mí (se negaba rotundamente a que la ayudase) y hablando por teléfono con mi abuela y mis tías. Cuando llegó mi padre del trabajo, descubrimos que las únicas velas que teníamos en casa eran las del número 8 y el 3, por lo que mi padre tuvo la gran idea de arreglarlo pegándoles un cartoncito con los números 2 y 1 escritos en ellos. Comimos mi comida favorita y, después de jugar un rato con mi padre al dominó, llegó el mejor momento del día: soplar las velas.
Por la tarde, mis amigas me propusieron hacer una video llamada para así poder estar todas juntas cuando soplase las velas, al igual que los años anteriores. Después de 1h y 20 minutos intentando contactar con 9 muchachas a cada cual más loca y con un Internet peor que la anterior, todo estaba listo para cantar el “Cumpleaños feliz”. No contábamos con el famoso “delay”. Más que una canción alegre para felicitar a alguien, aquello parecía la invocación de algún ser demoníaco de las profundidades del inframundo y, como es obvio, yo terminé literalmente llorando de la risa. Después de tan majestuosa actuación, cada una se puso a merendar desde de sus casas y, por un momento, se me olvidó completamente que estábamos en una cuarentena. Hablamos de un montón de cosas, aunque la mayoría del tiempo solo nos reíamos cuando alguna de nosotras se nos congelaba la pantalla con una cara o pose desafortunada, y jugamos a juegos de cuando éramos pequeñas (y no tan pequeñas).
Lo que en un principio parecía que iba a ser un cumpleaños aburrido y deprimente, se convirtió en un día lleno de risas y alegría. Puede que para algunos esto parezca una tontería, pero para mí significó mucho que mis padres y mis amigas estuvieran ahí para hacer de mi día un poquito más especial. Con esto, me he dado cuenta de que cumplir años en medio de una cuarentena no tiene porqué significar que va a ser un día gris. Espero que os esté yendo bien a todos y, si alguno cumple años esta cuarentena, ya sabe que su día puede seguir siendo divertido sin necesidad de salir de casa.