La vida a ras de sueño
Descripción
Hace tiempo que vivo más durmiendo que estando despierto. Hace un tiempo que vivo a través de una pantalla en negro. Aunque con el tiempo y los días encerrado en la calurosa oscuridad de mi habitación, lo primero se fue desvaneciendo.
Marzo, aun con el abrigo puesto partía desde Granada a mi ciudad natal con la incertidumbre de no saber qué está pasando, como si de una resaca emocional se tratase. Así me acostumbré a una nueva rutina, una rutina que consistía en ver a mis amigos a través de la pantalla y vivir mi vida a través de los sueños. Mentiría si digo que me acuerdo de todos los sueños que tuve a principio del encierro, pero si recuerdo las sensaciones: paz, zen, calma, desesperación, sufrimiento, auto-flagelamiento, dolor. La evolución de mis sueños se fue turbando cada vez más. Mi nueva vida en el mundo onírico no era todo lo agradable que podría ser, no obstante, seguía viviendo nuevas experiencias conmigo mismo y mi subconsciente.
Desvanecer.
¿Nos conocimos alguna vez?
Esta fue la última reflexión que tuve soñando. Después, oscuridad. No he vuelto soñar demasiado, quizás soñar no es la palabra. Quizás es sustituirla por vivir. Me recuerda a una frase de la película Origen de Christopher Nolan: “Vienen a despertarse. El sueño se ha convertido en su realidad.” Y en cierto modo es verdad, dormía para despertar.
Con el tiempo sufrí amnesia intermitente, días donde dormía 2 horas, otros 3 y otros no dormía nada. Me sentía vacío sin esa charla conmigo mismo, sin esas nuevas/viejas experiencias. A día de hoy, cuando escribo esto, ya estamos en fase 1 en mi provincia. La cuarentena me ha dejado cicatrices emocionales, como uno de tantos estudiantes, pero si hay una cosa de la que me alegro es que estando solo, aislado y ensimismado en uno mismo aprendes a conocerte mejor.
-Miguel Rodríguez-Ojeda